Batería y voces llevadas al paroxismo. De eso se encargan la vocalista Mariam Wallentin y el percusionista Andreas Werliin. Con sus últimos albums, estos suecos han continuado acercándose a un precipicio en el que soul, blues y pop se presentan en su versión más desnuda y primitiva. “Sólo trabajamos desde la intuición, desde el instinto. No buscamos la perfección… queremos ser explosivos.”
En sus últimos álbumes han ampliando su paleta sonora para incorporar piano, xilofón, marimba, Rhodes, etc. Andreas explica que intentaron “deconstruir los roles que teníamos como batería/cantante, así que Mariam toca el mismo número de instrumentos que yo”. Voces desinhibidas, liberadas de cualquier atadura, y una precisión rítmica para acentuar ese torbellino de palabras.