Concierto de Amaro Ferreiro con banda.
Cuando era niño, Amaro Ferreiro quería ser biólogo. Ni futbolista, ni policía ni médico. Biólogo. Tal era su convicción que su madre llegó a hacerle unas tarjetas de visita que le identificaban como tal. Entonces la cosa implicaba cierta complicación, la impresión digital no era tan popular como lo es ahora y había que encargarlas en una imprenta tradicional, con el coste que ello implicaba. Cómo serían la ilusión y la confianza que Amaro mostraba en su empeño infantil.
Luego la vida le llevó por otros derroteros, como todos sabemos. A escribir canciones -muchas para su hermano Iván- y a tocar la guitarra con él. Llegado este momento ha decidido darle un nuevo impulso a su carrera en solitario, algo que percibo como una buena noticia y más cuando lo hace presentando un disco con el que en seguida deja claras todas esas cosas que le definen como artista, particularmente su capacidad para componer un tipo de canción pop que puede resultar engañosa al resultar muy accesible ya desde la primera escucha, pero que termina alcanzando la excelencia por su poso y discurso. Un disco lleno de canciones con potencial para defenderlo, que seguro complicará la decisión acerca de por cuáles apostar a quienes a esto se dedican. Y que propone mucho de su autor, que difícilmente podrá esconder en lo sucesivo todo lo que de sí mismo nos está contando.
Para acompañarle en la aventura ha reunido una banda exquisita y experimentada, que le aporta el rigor que requiere una apuesta que debe aspirar, por la legitimidad que atesora, a asentarse en la primera línea del pop hecho en castellano. Ciertamente parece difícil no terminar rendido a los dibujos de las guitarras, o a esa elegante base rítmica que, discreta, todo lo envuelve. Y hablando de elegancia, cómo no llamar también la atención sobre el trabajo de Pablo Novoa a la producción.
"Ya sé cómo cantar la historia que no tiene ni principio ni final, estrofa ni refrán", dice Amaro en una de las canciones. Un mensaje de confianza, que no es el único que aparece en las letras que ha escrito para Biólogo. Quizá de eso trate este disco, de la confianza. En uno mismo y en las cosas que hace pero también en los demás, en tu pareja y en toda la gente que te rodea. La misma que mostraba de niño en dedicarse a la biología y que -de alguna manera, y desde luego no de la prevista - finalmente ha terminado por sacar adelante.
Eduardo Ranedo (Ruta 66)